
El pollo al ajillo es uno de esos platos clásicos de la cocina española que nunca fallan. Sencillo, sabroso y cargado de aroma, este guiso rápido combina ingredientes humildes como el pollo, el ajo y el aceite de oliva para crear un plato irresistible, con una salsa que invita a mojar pan sin parar. Aunque no tiene un origen regional concreto, se ha adoptado con entusiasmo en todo el país.
Es muy popular en toda España, cada región e incluso cada casa tiene su versión. Algunas lo enriquecen con vino blanco, otras le dan un toque de laurel o lo acompañan con patatas. Pero todas comparten la esencia: pollo tierno y dorado, bien impregnado del sabor del ajo. Ideal tanto para comidas familiares como para sorprender a tus invitados sin complicarte la vida. Además, es una receta económica, rápida de preparar y muy versátil: se puede adaptar fácilmente a los gustos de cada hogar o comensal.
En muchas casas, este plato se asocia a domingos en familia, guisos de la abuela o celebraciones informales en las que el pan es tan protagonista como el pollo, porque la salsa invita a mojar sin parar. Incluso quienes no cocinan a menudo encuentra esta receta un éxito seguro, sin complicaciones técnicas ni ingredientes difíciles de conseguir. Basta con buenos productos, una sartén amplia y algo de paciencia
Ingredientes para 4 personas:
- 1 kg de pollo troceado (mejor muslos, contramuslos o con hueso)
- 8-10 dientes de ajo
- 1 vaso de vino blanco seco (150 ml)
- 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 hoja de laurel
- Sal y pimienta negra al gusto
- Un chorrito de brandy (opcional)
- Perejil fresco picado (opcional)
A continuación te voy a enseñar los pasos que debes de seguir para hacer el mejor pollo al ajillo:
- Primer paso: En primer lugar, trocea el pollo si no viene cortado. Seca los trozos con papel de cocina, salpimienta generosamente y resérvalos.
- Segundo paso: En segundo lugar, en una sartén grande o cazuela, calienta el aceite y añade los ajos (enteros, pelados o ligeramente machacados). Fríelos a fuego medio hasta que estén dorados pero sin quemarse. Retira y reserva.
- Tercer paso: En tercer lugar, en el mismo aceite, añade el pollo troceado y fríelo a fuego medio-alto hasta que esté bien dorado por todos los lados. No lo muevas demasiado al principio para que se forme una buena costra.
- Cuarto paso: Cuando el pollo esté dorado, reincorpora los ajos y añade el vino blanco (y brandy si quieres). Añade la hoja de laurel y cocina todo junto a fuego medio durante unos 20 minutos, hasta que el alcohol se evapores y el pollo esté tierno.
- Quinto paso: Sube un poco el fuego para reducir la salsa si ha quedado muy líquida. Puedes tapar la sartén a medias para mantener jugosidad pero permitir que se evapore.
Te voy a dar una serie de consejo para un pollo al ajillo perfecto:
- Usa un pollo con hueso: Da mucho más sabor al guiso.
- No escatimes en ajo: Es el ingrediente protagonista. Puedes usarlo entero, laminado o machacado.
- Dora bien el pollo: Ese color tostado le da muchísimo sabor al conjunto.
- Vino blanco seco de calidad: Marca la diferencia. Evita vinos dulces o de baja calidad.
- Perejil al final: Un toque de perejil fresco picado al servir realza el sabor y da color.
- Marina el pollo con ajo y vino unas horas antes: Si tienes tiempo, deja el pollo reposando con ajo machacado, vino blanco y laurel durante unas horas antes de cocinar. Tomará más sabor y quedará más jugoso
Ahora te voy a decir los errores más comunes al hacer pollo al ajillo:
- Quemar los ajos: Si se pasan, amargan toda la receta. Cocínalos a fuego medio y retíralos a tiempo.
- No seca bien el pollo antes de freírlo: Si está húmedo, no se dorará bien.
- Echar el vino demasiado pronto: Si el pollo no está dorado, quedará hervido en vez de frito.
- No controlar la reducción de la salsa: Si queda demasiado líquida, perderás intensidad de sabor.
- Usar demasiado vino o no reducirlo bien: Un exceso de vino o una cocción corta pueden dejar la salsa aguada y con gusto a alcohol crudo. Deja que burbujee sin tapar del todo para que espese y se concentre.
El pollo al ajillo es la demostración de que con pocos ingredientes y algo de mimo se pueden lograr platos memorables. Dorado, jugoso y con ese toque tan español del ajo frito, es una receta de las de toda la vida, que huele a domingo y a cocina casera.
Pruébalo con arroz blanco, patatas fritas o una buena hogaza de pan para mojar. Y si te sobra, guárdalo: está incluso más sabroso al día siguiente. Porque en la sencillez está la grandeza. ¡Buen provecho y hasta la próxima receta!